Las personas que trabajamos con adolescentes somos conscientes que una de las cosas más complicadas a la hora de acercarnos a ell@s es el tema de la comunicación. A menudo, tendemos a encerrar nuestros sentimientos y a no explicar lo que nos ocurre. El proceso de crecimiento y maduración durante la adolescencia puede ser todo un reto, tanto para adolescentes como para sus familias y educadores/as.

Sin embargo, muchos de los problemas que aparecen en esta etapa podrían ayudar a resolverse si aumentamos la confianza mutua para compartir aquello que nos preocupa.  Según los psicólogos Ernesto López Méndez y Miguel Costa Cabanillas: «lo que los adolescentes hacen y dicen depende en buena medida de lo que nosotros hacemos y decimos, así que, en consecuencia, tenemos cierta capacidad de influencia sobre ellos«.

López Méndez y Costa en su «Manual de promoción de resiliencia infantil y adolescente» (Pirámide) nos dan varias pautas para aprender a escuchar de una forma más activa:

  • Mirar con calidez, no críticamente.
  • Mantener una distancia que le sea confortable y una postura relajada, inclinándose hacia adelante ligeramente.
  • Mostrar una expresión facial en consonancia con lo que nos están comunicando.
  • No hacer otras cosas mientras escuchamos.
  • Observar su conducta no verbal porque nos puede dar indicaciones de lo que está sintiendo.
  • Respetar sus pausas y silencios.
  • No interrumpir.
  • No ofrecer soluciones antes de haber escuchado.
  • No juzgar.
  • Evitar hacer diagnósticos («qué exagerado eres«) ni leer el pensamiento («ya sé lo que me vas a decir«).
  • Utilizar frases que muestren interés: «Sí, te estoy escuchando, continúa«.
  • Comentar brevemente algo que ha dicho: «Qué interesante«.
  • Mostrar comprensión: «Veo que es importante para ti lo que me estás diciendo«.
  • Si el menor se muestra agresivo o nos falta al respeto podríamos dejar de escuchar pero es más efectivo para calmar la hostilidad esperar hasta el final y decirle «¿quieres añadir algo más?. Si me dices esto en este tono es una señal de lo que te importa decirlo y por eso vamos a seguir hablando, pero también te quiero decir cómo me he sentido yo al escuchar esas expresiones«.
  • Elegir el momento y el lugar oportunos. Si estamos ocupados o tratando un asunto importante y no podemos atenderle, expresar nuestro pesar por no poder hacerlo.
  • Una vez que hemos escuchado a nuestro hijo/a es importante comprobar que realmente le hemos entendido. Podemos asegurarnos de ello, repitiendo con nuestras palabras lo que ha dicho. Esto ayuda a organizar la información y centrar la conversación en el asunto que más interese resolver.

Gemma Hernaiz

Psicóloga. Máster en Psicología Clínica en Intervención en la Ansiedad y el Estrés. Más de 10 años en intervención directa con colectivos vulnerables en Reino Unido y España, así como experiencia en el trabajo con adolescentes y familias.

Con el apoyo de: Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea-Next Generation EU