Cuando el equipo de profesionales del proyecto TePongoUnReto: #RedesConCorazón realiza una primera intervención de prevención del ciberacoso y otras violencias online en un centro de Educación Secundaria, se lleva a cabo un diagnóstico inicial mediante un cuestionario que recopila información entre los y las adolescentes sobre su uso habitual de las redes y otras herramientas de Internet, así como sobre sus conocimientos o habilidades. También se exploran los riesgos a los que se enfrentan y los posibles problemas derivados de un uso inapropiado de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), como la exposición vía online a situaciones negativas o dañinas, el ciberacoso o conductas adictivas, entre otros. Además, se indaga sobre las estrategias de afrontamiento que emplean los/as jóvenes ante estas situaciones.
Esta herramienta de diagnóstico permite a los y las profesionales del proyecto que llevan a cabo la intervención, así como a los miembros de la comunidad educativa (profesorado, familias, el propio alumnado), conocer la realidad del centro en cuanto al uso que hacen los y las adolescentes de las TIC, y en ocasiones funciona como una primera alerta ante potenciales situaciones problemáticas que se podrían derivar a los servicios correspondientes en caso de ser necesario.
Como en años anteriores, se presentan a continuación los resultados más relevantes de los diagnósticos realizados durante el año 2024. A lo largo del año se ha intervenido en 13 centros educativos (CEIP, IES) y en 4 entidades sociales (asociaciones, fundaciones y otras) de diferentes comunidades autónomas, llevando a cabo un total de 474 sesiones. Estas intervenciones han contado con la participación de 3972 alumnos y alumnas de entre 12 y 18 años (2065 chicos y 1907 chicas). Sin embargo, se han completado un total de 1787 cuestionarios, ya que el diagnóstico solo se lleva a cabo en centros de Educación Secundaria y en años escolares no consecutivos.
Tiempo de conexión
Al preguntar al alumnado sobre el tiempo que dedican a navegar por las redes o a utilizar otras herramientas digitales, se observan tendencias diferentes entre los días laborables o los fines de semana. Durante los fines de semana, el tiempo dedicado aumenta considerablemente, siendo las “7 o más horas” la categoría más mencionada (18,95%) frente a las “2 horas”, respuesta más frecuente en los días laborables (21,09%).
Durante los fines de semana, cerca de la mitad de las chicas y chicos pasan 5 horas o más utilizando Internet (43,82%), sin embargo, entre semana esta cifra desciende a casi una quinta parte (18,86%).


Riesgos y oportunidades
El cuestionario diagnóstico también explora la percepción de las y los jóvenes sobre su capacidad para reconocer las oportunidades que ofrece internet y los riesgos a los que se pueden exponer. Aunque la mayoría se considera bastante capaz de ambas habilidades (el 78,94% se sienten “bastante” o “muy” capaces de reconocer oportunidades y el 80,31% se ven “bastante” o “muy” capaces de identificar los riesgos), nuestra experiencia indica que algunos riesgos son a menudo minimizados, debido a la normalización de ciertas conductas, como insultos, “bromas” (dañinas) o comentarios o rumores a través de las redes, así como a la habituación a la presencia de contenidos violentos o sexuales. A lo largo de las sesiones, es frecuente que algunas personas ajusten su percepción en cuanto a este aspecto, y modifiquen el umbral de lo que consideran una situación perjudicial para ellas mismas o para los demás.


Respecto a las experiencias negativas vividas en internet durante el último año, y que les han hecho sentir molestos/as, asustados/as o que creen que no deberían haber visto, los porcentajes son moderados, pero relevantes; el 39,20% del alumnado se ha sentido molesto/a o incómodo/a, el 30,50% se ha sentido asustado/a y el 35,79% ha visto contenidos que cree que no debería haber visto.



En este aspecto, lo positivo es que más de la mitad de los y las adolescentes aseguran no haber vivido nunca este tipo de situaciones. De aquellos que sí las han vivido, la mayoría se encuentra en el rango de menor frecuencia de los posibles (“Unas pocas veces”: 28,67%, 24,06% y 24,53% respectivamente). Los porcentajes en las categorías de mayor frecuencia, son significativamente menores y decrecientes, con cifras inferiores al 10% en todos ellos (“Al menos una vez al mes”, “Al menos una vez a la semana”, “A diario o casi”).
Cuando viven estas situaciones negativas en internet, el grupo de iguales es su principal fuente de apoyo (62,90%), seguidos de lejos por las personas adultas, que van desde el círculo más íntimo (“Mi madre o mi padre”, 31,69%) hasta personas más ajenas o externas; en este sentido es llamativo lo poco que acuden al profesorado (6,24%) o a profesionales especializados en infancia y adolescencia (6,20%). Esta falta de confianza en los referentes adultos, especialmente del ámbito educativo, puede deberse a la percepción de que estos adultos no tienen la capacidad para ayudarlos, así como al temor a ser juzgados o censurados por su comportamiento.

Cuando intentan solucionar el problema o salir de la situación, las respuestas más frecuentes son aquellas que implican estrategias más pasivas, como bloquear a la otra persona, cerrar la ventana o aplicación, intentar que le deje en paz, ignorar el problema o esperar a que desaparezca solo, entre otras. En contraste, las respuestas que requieren una actitud más activa, como denunciar, borrar mensajes, cambiar configuración, vengarse, son menos mencionadas. Además, casi ningún/a joven considera como una opción dejar de usar Internet (sólo un 9,05%).

En relación con las habilidades que poseen las y los jóvenes entrevistados, destacan aquellas asociadas al consumo de contenidos para su ocio o tareas escolares. En el otro polo, las habilidades menos mencionadas son las relacionadas con la creación de contenidos o participación en grupos o comunidades temáticas.

Maltrato presencial y online
En el cuestionario diagnóstico también se indaga sobre situaciones de maltrato sufridas presencialmente durante el último año. Si agrupamos las menciones de las categorías en las que al menos ha ocurrido alguna vez, las tres categorías que han sido seleccionadas por más de la mitad de la muestra son insultos (64,59%), propagación de rumores o bulos (60,23%) y motes (52,67%). Lo que resulta más preocupante son los datos correspondientes a frecuencias altas (“Al menos una vez a la semana” o “A diario o casi”); en este caso, los insultos son experimentados con regularidad por un 23,05% de las personas, los motes por un 15,44%, los bulos o rumores por el 12,68% y la exclusión o el vacío por un 9,12%.

Cuando les hemos preguntado por situaciones de maltrato vividas en el último año a través de la red, las frecuencias disminuyeron considerablemente. Esta menor incidencia en al ámbito online podría estar influenciada por un sesgo, ya que, aunque es posible que estas situaciones ocurran con menor frecuencia en las redes, es también bastante probable que las y los adolescentes normalicen ciertas conductas o no las perciban como tan dañinas, especialmente si son a través de la red, como es el caso de los insultos. De cualquier manera, las situaciones más comúnmente experimentadas fueron la creación de stickers o memes humillantes (31,29%), la difusión de bulos o rumores (27,36%) y el envío de mensajes hirientes (con motes, amenazas, insultos) (22,04%). En este caso, los porcentajes de quienes sufrieron estas situaciones de forma habitual son mínimos, ya que la mayoría señaló haberlas experimentado sólo “algunas veces”.

De manera paralela, al preguntarles si ellos/as han maltratado a alguien presencialmente o a través de la red en el último año, las cifras fueron más elevadas en el caso presencial, y la mayoría de las respuestas de los que reconocieron haberlo hecho se situaban en el rango “algunas veces” (29,57% en el ámbito presencial y 16,99% online).

Si analizamos cómo se han sentido cuando les han hecho daño cara a cara o a través de internet, también se observan diferencias. Un 39,50% de las personas se sintieron “bastante” o “muy” molestas cuando sufrieron maltrato cara a cara, mientras que este porcentaje baja al 18,59% en el caso de maltrato online. En ambos casos destacan los porcentajes de “No sé” y “Prefiero no contestar” (ver gráfico).


Contenidos nocivos
Se les ha preguntado a los y las jóvenes por la exposición a ciertos contenidos violentos o que incitan a hacerse daño a sí mismos o a otras personas. La exposición a este tipo de contenidos es notablemente alta y frecuente. En la categoría de contenidos nocivos con menos menciones (“Diferentes formas de suicidarse”) más del 20% de las personas han indicado haber visto estos contenidos. A partir de ahí, la proporción de personas expuestas a diversos contenidos nocivos sigue aumentando, hasta llegar a uno de cada dos jóvenes expuestos a mensajes de odio (41,16%). Además, los porcentajes de quienes se han visto expuestos a estos contenidos nocivos de forma habitual (semanal o diariamente) son preocupantes, considerando las posibles consecuencias que estas exposiciones pueden tener en la población adolescente.

Las personas jóvenes están a menudo expuestas de forma no siempre voluntaria o buscada a contenidos sexuales o pornográficos que llegan a través de diversas vías en internet. Entre los y las adolescentes entrevistadas, las formas más comunes de recibir este tipo de contenidos suelen ser pasivas: el 55,07% los encuentra en series, películas o programas, el 43,44% los recibe como spam o publicidad, un 33,81% los encuentran a través de las redes sociales, al 29,54% les ha llegado en mensajes o conversaciones privadas sin haberlo pedido y a un 15,85% les han llegado mensajes con contenido sexual enviados por gente conocida que los estaban difundiendo. Un 20,76% admite haber buscado este tipo de contenidos en páginas para adultos mayores de 18 años.

Conductas de control en la pareja o en las relaciones
También hemos explorado sobre las conductas de control o coacciones por parte de la pareja que podrían estar experimentando los y las adolescentes con los que trabajamos. Los datos muestran que las cifras de jóvenes que han sufrido este tipo de experiencias en el último año no son desdeñables, dada la gravedad de estas situaciones. Uno/a de cada diez jóvenes ha sido coaccionado/a para no mantener contacto con determinadas personas (14,52%), su pareja ha revisado su móvil (13,58%), o se ha enfadado por un mensaje o foto publicada (12,49%), les han pedido la ubicación o fotos para controlar con quién estaban (12,27%) o se han visto presionados a compartir las contraseñas de sus redes sociales con su pareja (11,33%).

Si analizamos esta información desagregada por sexos, se aprecia claramente el sesgo de género. Las chicas experimentan con mayor frecuencia este tipo de conductas de control en todas las categorías consultadas.


Uso problemático de internet
En relación al uso problemático de Internet, las situaciones de mayor frecuencia, que podrían indicar la presencia de problemas graves (“al menos una vez a la semana” y “a diario o casi”), afortunadamente no presentan un número elevado de menciones (en ninguno de los problemas planteados, la suma de ambas opciones llega al 10%). Sin embargo, es importante destacar que alrededor del 30% o más de las/los jóvenes han experimentado al menos “alguna vez” las siguientes situaciones: pasar menos tiempo del que debería con familiares o amigos/as por estar conectado/a (33,46%), sentirse mal por no poder usar Internet (33,27%), usar internet, aunque no estuviera realmente interesado/a (31,42%), dejar de estudiar o bajar el rendimiento escolar por estar en Internet (27,61%) o intentar sin éxito pasar menos tiempo en internet (26,45%).

Familias, profesorado y grupo de iguales
El papel de las familias y el profesorado en la regulación y acompañamiento en el uso de internet que hacen las y los adolescentes es generalmente poco activo, aunque más de la mitad de las familias y los/las docentes han intervenido en alguna ocasión para fomentar un uso seguro de Internet o para promoverlo como herramienta de aprendizaje. En todos los aspectos valorados, si agrupamos las categorías de respuesta, el bloque de menor presencia (“Nunca o casi nunca”) supera en menciones al bloque de mayor presencia (“A menudo o muy a menudo”), incluso ni siquiera es superado por el de presencia media (“Algunas veces”).


Las cifras en este tipo de conductas de apoyo no varían significativamente cuando se trata del grupo de iguales, ya que la mayoría de menciones se concentran en los bloques de menor frecuencia, en todas las categorías.

A pesar de todo, una de las apuestas clave de nuestras intervenciones es fomentar el apoyo del grupo de iguales como motor y como agente principal en la regulación y la prevención de las conductas de riesgo y del acoso en las redes. Como indicamos al principio, cuando viven una experiencia negativa en las redes, el grupo al que más acuden para buscar apoyo son amigos/as o compañeros/as. Además, las y los adolescentes tienen bastante confianza en que los compañeros/as pueden ayudar a evitar el ciberacoso (un 49,72% piensan que los y las compañeras pueden hacer “bastante” o “mucho” para evitar o frenar el ciberacoso). Esta misma pregunta la hacemos en un cuestionario de evaluación tras haber pasado por todas las sesiones de la intervención, y los porcentajes aumentan, lo que afianza nuestro objetivo (el porcentaje de personas que piensan que los compañeros/as pueden hacer “bastante” o “mucho” para evitar el ciberacoso sube al 74,24%).


Respecto a la percepción de su propia capacidad para prevenir situaciones de acoso en las redes, el porcentaje de quienes se sienten “bastante” o “muy” capaces, aumenta desde el 48,61% previo a las sesiones hasta el 65,03% después de haber llevado a cabo la intervención. Este incremento, aunque modesto, es el objetivo que persigue nuestro proyecto.

