Desde el proyecto de prevención del ciberacoso y otros riesgos y violencias online Te pongo un reto: #RedesConCorazón hemos incorporado desde el principio en enfoque de género en nuestras sesiones de intervención. Entendemos que muchas de las agresiones que sufren l@s adolescentes están, en ocasiones, provocadas por las diferencias de género y la desigualdad entre hombres y mujeres. De echo, un dato alarmante es que en 2022 la violencia digital contra mujeres y niñas aglutina el 70% de los casos que se denuncian en el Canal prioritario de la Agencia Española de Protección de Datos. Y según datos del Instituto de las Mujeres en su informe Mujeres jóvenes y acoso en redes sociales, el 80% de las mujeres ha sufrido alguna situación de acoso en las redes sociales (este informe también recoge que dos de cada tres mujeres no han acudido a ninguna institución para denunciar su situación). 

Respecto a las formas de desigualdad de género que identificamos en nuestro proyecto, en primer lugar, podríamos hacer referencia a la posible construcción de estereotipos de género a través del contenido compartido y disponible en Internet, sobre todo en las redes sociales.  Según el Informe de Jóvenes y Género del Centro Reina Sofía Infancia y adolescencia de 2019, en España el 57% de los jóvenes aceptan roles sexistas. ​

L@s adolescentes y preadolescentes tienen más necesidad de reconocimiento por parte del grupo y esto va a incidir en que se perpetúen dichos estereotipos. El grupo refuerza a quienes más se acerquen estos cánones y segrega a quienes no responden a los mismos: marica, gorda, guarra, machorro… Las cuestiones clásicas de masculinidad y feminidad son una cuestión clave en la violencia que se vive en las aulas. Las mujeres que no encajan en el estereotipo de belleza femenina, sin popularidad, tienen un mayor riesgo de sufrir acoso. Además, para cumplir con estos estereotipos y responder a los cánones de belleza, se preocupan mucho por su aspecto físico y son especialmente vulnerables a sufrir algún tipo de trastorno de la alimentación, ansiedad, estrés… En el caso de los chicos, cuanto más alejada está su imagen del estereotipo machista de “hombre fuerte, triunfador, heterosexual…” más probabilidades tendrá de sufrir acoso. Esos cánones de belleza también son a menudo reflejados en las personas influencers que siguen e imitan los jóvenes en las redes sociales.

También existen diferencias entre la forma en que ejercen la violencia. Según algunos informes, ellas ejercen un acoso más psicológico (hacer vacío, rumores…etc.) mientras que los varones tienden a encabezar una violencia más física, con agresiones e insultos. Así lo refleja el análisis por género que realiza la Fundación ANAR en el I Estudio sobre ciberbullying según los afectados:

MUJERES VARONES
Sufren más ciberbullying (31,9%) y más frecuentemente a través del teléfono móvil (94,6%).
Las víctimas femeninas tienen más edad que los varones (12,6 años
de media frente a 11,5).
La edad en que comienzan a sufrir el acoso es más elevada: 11,5 años de media frente a 10,5 de los varones.
Los acosadores recurren más al aislamiento (23,3%) y las amenazas (21,1%) y menos a los actos físicos fuertes (30,1% frente al 49,6% en varones).
Las mujeres suelen recibir el acoso más que los varones en el aula (59,7%) y fuera del colegio(23,2%), en este último caso debido a que están más sometidas a ciberbullying.
Se enfrentan en menor medida a los acosadores(16,8% frente al 31,4% de los varones).
En caso de cambio de colegio, vuelven a sufrir acoso en menor medida que los varones (57,1%frente a 88,2%), también en este apartado debido a la incidencia del ciberbullying.
Reciben tratamiento psicológico menos mujeres que varones (17,8% frente al 27,3%).
En cuanto a las consecuencias del bullying, las mujeres sufren más ansiedad (72,6%) y tristeza (68,7%).
Sufren menos ciberbullying (15,0%), pero con más frecuencia a través de ordenadores y tabletas (28,6%).

Son más jóvenes que las víctimas femeninas (11,5 años de media).

Recurren más a actos físicos fuertes como patadas y golpes (49,6%).

Suelen recibir el acoso durante el recreo (37,4%).

Se enfrentan más a los acosadores (31,4%) y si cambian de colegio también vuelven a soportar el acoso más que las mujeres (88,2%).

El tratamiento psicológico es más habitual (27,3%).

Presentan más problemas de habilidades sociales (18,5%) y diferencias con los profesores (10,8%).
Fuente: Fundación ANAR (2016)

También, según el informe “(In)seguras online: experiencias de las niñas y las jóvenes en torno al acoso online”, elaborado por la ONG Plan International, un 58% de las niñas y jóvenes de todo el mundo han sido víctimas de diferentes formas de acoso online en plataformas de redes sociales, el 25% de ellas siente que está en peligro físico como resultado del mismo, el 42% explica que a raíz de este acoso han perdido la confianza en si mismas y una de cada dos siente que el acoso en internet es más intenso que el que sufren en la calle. Según esta investigación, los insultos y el lenguaje ofensivo son la forma de acoso más común a la que se enfrentan las chicas, en un 59% de los casos; seguido de humillaciones (41%); comentarios negativos sobre su físico (39%), y amenazas de violencia sexual (39%). Sobre los motivos del acoso, el 62% de las chicas encuestadas en España dicen que son acosadas por su apariencia física, seguidas por las que creen que sufren acoso debido a su identidad de género (29%), su orientación sexual (29%), su raza u origen étnico (20%), sus opiniones políticas (17%) y su discapacidad (9%).

Por su parte, en la Guía informativa sobre violencias y delitos de odio por razón de género, editada por la Federación de Mujeres Progresistas, también podemos conocer algunos datos relevantes:

  • 1 de cada 10 mujeres ha sido víctima de violencias en Internet.
  • El 74% nunca denunció a la policía, ni siquiera en los casos más graves de acoso (Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, FRA, 2014).
  • Un 73% de las mujeres ya se ha visto expuesta o ha experimentado algún tipo de violencia en línea, siendo considerada como grave el 18%, lo que “equivale a unos 9 MILLONES” de víctimas (ONU Mujeres, 2015).
  • Un 98,9% de las mujeres con presencia en el nuevo espacio público digital ha sufrido al menos un tipo de violencia online. 9/10 víctimas de estas violencias digitales de género no denuncian (informe «Las ciberviolencias machistas”, Grupo Antígona).

Según el informe de 2020 de la red de investigación EU Kids Online niñas y jóvenes sienten que con ellas somos más restrictivos en lo que se refiere a Internet y creen que a los chicos se les anima más a explorar o divertirse en la Red. Al mismo tiempo, las chicas perciben que es un entorno menos seguro para ellas y reconocen que se sienten más molestas cuando alguien les ataca o les trata mal.

Además, hay un punto donde se cruza el acoso escolar y el ciberacoso y la violencia de género. Una de las formas más conocidas es la distribución pública de imágenes de contenido sexual o erótico, a partir de prácticas como el sexting, con consecuencias especialmente dañinas para las mujeres cuando hay problemas. El formador Juan García Álvarez de Toledo advierte del sesgo de género producido por estas prácticas: el doble rasero provoca que los chicos sean admirados por recibir estos contenidos mientras que las chicas que son animadas, y en ocasiones presionadas para enviar dichos contenidos, luego son tildadas de estúpidas por hacerlo.

Por otro lado, el ciberacoso LGBTIQ-fóbico se ha constituido como una otra forma específica de odio e intolerancia en Internet al que se ven especialmente expuestos los adolescentes. Según la organización COGAM, el 15% del alumnado LGBTIQ padece ciberacoso en base a su orientación afectivo-sexual. Este porcentaje es tres veces superior al indicado para la población general (5,8%) (Save the Children, 2016). Esto supone una elevada tasa de ciberacoso LGBTIQ-fóbico hacia los estudiantes LGBTIQ , que sugiere la existencia de un gravísimo problema de LGBTIQ-fobia en la Comunidad Educativa.

La realidad de las personas con diversidad de género forma parte de la complejidad del ser humano, aunque no siempre es visibilizada, comprendida, valorada e incluida con normalidad a nivel social, debido al desconocimiento se enfrentan a obstáculos para su participación social que conectan con un sistema de creencias que perpetúan la discriminación. En este sentido el ámbito educativo es el lugar idóneo para incluir esa diversidad, configurándose como un recurso transformador e imprescindible en la transmisión de los valores de igualdad, pluralidad, diversidad y respeto. La UNESCO señala que no sólo el alumnado LGTBI es quien recibe el acoso escolar homofóbico y transfóbico sino que este afecta también al alumnado que es percibido como alumnado que no conforma los roles y estereotipos de género existentes, incluso si no se identifica a sí mismo como LGTBI. Hay que partir del hecho de que ser homosexual, bisexual o transexual no es el problema, lo es la homofobia, bifobia y transfobia y las consecuencias de ésta en las personas que la sufren.

También podemos hablar formas de acoso ligadas a las relaciones de pareja. L@s adolescentes y las relaciones que entablan entre sí, de compañerismo, de amor, de amistad… están fuertemente mediadas por el uso de la tecnología las redes sociales y la mensajería instantánea. El problema surge cuando se utilizan dichos medios digitales para ejercer control y someter a las parejas. Muchas veces, lo que parece que son gestos de amor, son en realidad un reflejo de inseguridad y celos, que buscan, mediante la excusa del amor y la preocupación ejercer control sobre la otra persona estableciendo así un patrón de dominancia-sumisión. Diferentes investigaciones confirman que las chicas tienden a normalizar y justificar el control en la pareja, que supone una forma de violencia de género, bajo la creencia de que es algo que pasa a todas horas y, por lo tanto, es normal. O bien, parecen ser justificadas por ell@s mism@s con argumentos propios de los mitos del amor romántico como “lo hace porque le importo”. Los valores machistas, todavía muy presentes en nuestra sociedad, están detrás de estas justificaciones. Por lo tanto, para trabajar sobre este tema, tendremos que des-aprender y reaprender lo que significa querer, cuidar y amar a alguien, respetando su espacio, su libertad y sus decisiones.

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, PantallasAmigas y Twitter se han unido para concienciar y erradicar estas formas de violencia de género. Las 10 situaciones que esta campaña describe como violencia de género son:

  • Acosar o controlar a tu pareja usando el móvil.
  • Interferir en relaciones de tu pareja en internet con otras personas.
  • Espiar el móvil de tu pareja.
  • Censurar fotos que tu pareja publica y comparte en redes sociales.
  • Controlar lo que hace tu pareja en las redes sociales.
  • Exigir a tu pareja que demuestre dónde está con su geolocalización.
  • Obligar a tu pareja a que te envíe imágenes íntimas.
  • Comprometer a tu pareja para que te facilite sus claves personales (con el fin de poder entrar y revisar el contenido argumentando que esta intromisión es una prueba de confianza, y no tiene importancia si no hay nada que ocultar).
  • Obligar a tu pareja a que te muestre un chat con otra persona.
  • Mostrar enfado por no tener siempre una respuesta inmediata online.

Por tanto, es clave considerar la perspectiva de género y las diferentes formas de violencia asociada a las diversidades sexuales en el trabajo preventivo de los riesgos en los contextos online, de forma que se favorezca una socialización preventiva en las diversas violencias de género (Martín Casabona & Tellado, 2012). En el ámbito educativo es necesario abordar estas situaciones proporcionando información y formación a la comunidad educativa y favoreciendo el aprendizaje y la práctica de valores basados en el respeto a las diferencias y en la tolerancia a la diversidad sexual y de género.


Adrian Aguayo Llanos

Trabajador Social. Máster en Educación y Comunicación en la Red. Responsable de comunicación y formador en la Fundación Gestión y Participación Social. Formador y asesor en la Asociación Pedernal Educación y Tecnología. Miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica.