En la actualidad, con el auge de la digitalización, las redes sociales y las inteligencias artificiales, el fenómeno de las fake news se ha vuelto más común y peligroso que nunca. Las noticias falsas se difunden rápidamente y pueden engañar a la sociedad en un abrir y cerrar de ojos, sin necesidad de tecnologías sofisticadas o expertos en manipulación digital. 

Aunque las fake news parecen ser un problema moderno, en realidad, la manipulación de la información ha existido desde tiempos inmemoriales. Desde la Antigüedad, se utilizaban bulos y noticias falsas como forma de propaganda para beneficiar o deslegitimar a personajes históricos como políticos, reyes, papas, emperadores, filósofos y artistas. Estas mentiras han influido en la opinión pública y en la historia a lo largo de los siglos. 

Un ejemplo destacado es el mito creado en torno a Cleopatra, la última reina de Egipto, retratada como una mujer caprichosa y manipuladora, cuando en realidad era una líder inteligente y astuta que luchó por la supervivencia de su país. 

También se usaron bulos en la Edad Media, como la «Donación de Constantino», un falso documento para justificar la autoridad del Papa sobre ciertos territorios. Según el sitio web de la Biblioteca Nacional de España, «en 1440 el humanista Lorenzo Valla demostró que el célebre documento contenía numerosos anacronismos y era falso. En la actualidad, la gran parte de los expertos coinciden en que el documento en realidad habría sido redactado en la segunda mitad del siglo VIII, es decir, cuatro siglos después de que Constantino gobernase». 

Con la llegada de la imprenta de Gutenberg en el siglo XV, la difusión de bulos se hizo más fácil y accesible, y la invención de la radio en el siglo XX permitió la propagación masiva de información y propaganda política durante la Segunda Guerra Mundial. Según el sitio web de la BBC, «la radio se convirtió en un valioso medio de propaganda política en ambos lados del conflicto, desempeñando un papel importante en la manipulación de la opinión pública». 

El siguiente bulo está relacionado tanto con la guerra como con la radio y es uno de esos ejemplos donde podemos asegurar que «la realidad supera a la ficción». El famoso episodio de «La Guerra de los Mundos» protagonizado por Orson Welles es un caso sorprendente. Según History, «en 1938, Welles y su compañía teatral Mercury Theatre transmitieron por radio una dramatización de La Guerra de los Mundos, una novela de ciencia ficción de H.G. Wells. La transmisión fue presentada como un noticiero en vivo y, aunque al inicio del programa se había dicho que se trataba de ciencia ficción, hasta el final de la emisión no se volvió a aclarar que era una dramatización, lo que llevó a muchos oyentes a creer que la invasión era real. El resultado fue un pánico generalizado, con centralitas de la policía, de los periódicos y de las compañías telefónicas colapsadas, congestión en las calles y avenidas de los alrededores de Nueva York y gente huyendo de las ciudades y buscando refugio». 

A partir de 1950, se populariza la televisión, que se convierte en un medio tremendamente poderoso por su capacidad de persuasión y por su accesibilidad a grandes masas de población. Según un artículo de The Atlantic, «la televisión ha sido un medio influyente para moldear la opinión pública y generar consenso en temas políticos y sociales. Los discursos y mensajes transmitidos a través de la televisión pueden tener un impacto profundo en la percepción de los espectadores sobre diferentes temas». 

En los años ochenta aparece internet, pero es en 1991 cuando la red de internet global se hace pública y a partir de 2005 cuando se produce un uso generalizado de las redes sociales. Con la expansión de internet, las fake news encontraron un medio ideal para su propagación. Según el sitio web de Harvard Kennedy School, «las redes sociales han jugado un papel importante en la difusión de noticias falsas debido a su capacidad para llegar a una audiencia masiva en poco tiempo. Las plataformas de redes sociales han implementado medidas para combatir las fake news, pero el problema persiste». 

Precisamente con las redes sociales está relacionado uno de los casos más famosos de fake news de los últimos tiempos: el escándalo de Cambridge Analytica. Según The Guardian, «Cambridge Analytica recopiló datos de 50 millones de usuarios de Facebook sin su consentimiento, con el objetivo de crear perfiles psicológicos y de comportamiento de cada usuario y poder influir sobre aquellos que todavía estaban indecisos para que votaran a favor del candidato presidencial Donald Trump». Este episodio generó un debate sobre la privacidad de los datos en línea y la responsabilidad de las plataformas digitales en la propagación de desinformación. 

Las fake news continúan siendo un desafío en la sociedad actual, y es fundamental que las personas aprendan a ser críticas y a verificar la información que consumen en línea. Además, es responsabilidad de los gobiernos, las plataformas digitales y la sociedad en su conjunto trabajar juntos para combatir la desinformación y promover una cultura de veracidad y transparencia en la información que circula en la red. Solo así podremos enfrentar la fábrica de mentiras y proteger la integridad de la información en la era digital. 


Gemma Hernaiz

Psicóloga. Máster en Psicología Clínica en Intervención en la Ansiedad y el Estrés. Más de 10 años en intervención directa con colectivos vulnerables en Reino Unido y España, así como experiencia en el trabajo con adolescentes y familias.