En nuestras sesiones, tanto con educadores/as, familias y alumnado, a menudo escuchamos algunos mitos que se repiten y es importante desmentir de forma urgente. Estos mitos e ideas erróneas podrían dificultar las actuaciones de prevención y nuestra labor educativa de sensibilización. Algunos de estos mitos son:

Siempre ha existido acoso y no ha pasado nada. Efectivamente, siempre ha existido acoso, pero no es cierto que no pase nada. Siempre que haya situaciones de acoso hay alguien que sufre y un grupo de espectadores/as que podrían normalizar la violencia y la injusticia. El hecho de que siempre haya no debería tranquilizarnos, normalizar la situación ni justifica ignorar el problema y/o adoptar posturas pasivas.

En nuestro centro/familia/clase… no se dan situaciones de acoso. A menudo el acoso (más aún el ciberacoso) permanece invisibilizado para el mundo adulto. Las situaciones de maltrato pueden producirse en cualquier grupo. Evitar este hecho, podría hacernos creer que no son necesarias actuaciones de prevención.

Es una broma, es cosas de niñ@s/chic@s, no es para tanto… Aunque puede darse que una broma sea un detonante de acoso, en el momento que se convierte una situación continuada puede tener graves consecuencias sociales y psicológicas para las víctimas y el grupo de iguales. El acoso no es un juego. A menudo se disculpan formas de agresión que suponen o pueden generar situaciones de acoso diciendo que solo estaban bromeando o jugando. Sin embargo, el juego implica que todos se divierten, no un@ (o algun@s) a costa de otr@. Si hay una diferencia de poder en donde una persona sufre, no debemos normalizarlo ni restarle importancia.

Se lo merecía. Nadie se merece ser víctima del acoso. Por muy diferentes que seamos las personas, incluso si estas diferencias generan comportamientos y actitudes con las que no estamos de acuerdo, la diferencia es un valor y los posibles conflictos se deben resolver desde la tolerancia, el respeto y desde el desarrollo de habilidades para la resolución no violenta de conflictos. Además, este tipo de pensamientos minimizan los posibles efectos del maltrato y disminuye la importancia de prevenir el acoso.

Si acosan a mi amig@ se va a enterar; o, yo me vengaría. En ocasiones este argumento lo hemos escuchado en nuestras sesiones con alumnado. El sentimiento de responder con violencia a la violencia es algo visceral que en nuestra sociedad vemos a menudo. Sin embargo, en nuestras sesiones insistimos que la violencia, lejos de acabar con los problemas, los amplifica de forma exponencial. Y, en cualquier caso, este tipo de pensamientos van en contra de las actuaciones de prevención que se basan en una mejora de la convivencia.

El profesorado está preparado para afrontar y resolver las situaciones de acoso. Según algunos estudios, los docentes reconocen no disponer de la formación específica adecuada para prevenir y/o enfrentarse al acoso (más aún hablando del ciberacoso). Además, también es algo que algunos profesionales nos han transmitido en nuestras sesiones con profesorado y educadores. Hemos podido comprobar como a menudo no se sabe como diseñar actividades de prevención y mejora de la convivencia, no se conocen los protocolos de actuación, o hay dificultad para reconocer muchos de los indicadores de riesgos asociados a las situaciones de acoso. Sin embargo, el colectivo docente tiene una posición privilegiada para conocer a los grupos y las dinámicas internas que los rigen. Por ello, urge fomentar una formación específica con el profesorado para la mejora de la convivencia educativa.

Los agresores son chicos fuertes, típicos matones, y de familias desestructuradas. Aunque existen factores de riesgo, en nuestras sesiones siempre insistimos que no hay un perfil concreto y exclusivo de tipo de agresor/a (ni tampoco respecto a las víctimas). Cualquier persona puede actuar como agresor/a (más aún en el ciberacoso), de la misma forma que cualquier persona también puede ser víctima.

Es una moda. Aunque actualmente el problema del acoso ha adquirido mayor visibilidad y se están poniendo en marcha diversos proyectos de prevención, como se ha asegurado en otro mito, el acoso ha existido siempre y, si no se previene generando un contexto de socialización basado en la confianza, el respeto y la convivencia, seguirá existiendo. Este tipo de pensamientos, como hemos comentado en otros mitos, también conlleva el riesgo de minimizar la importancia de prevenir el acoso.

Estas cosas fortalecen el carácter. Este pensamiento dista bastante de la realidad. Las consecuencias psicológicas y sociales de sufrir acoso, lejos de fortalecer el carácter, llevan a sentimientos de depresión, estrés, frustración, miedo, culpabilidad… Sentimientos que minan la autoestima, la confianza y seguridad, el desarrollo de unas correctas habilidades sociales, dificultan las relaciones con el grupo de iguales… Incluso, en el peor de los casos, ideación suicida. Como puedes imaginarte, todo esto es contrario al desarrollo de una personalidad fuerte.

¿A quién no han dado alguna vez de lado? Esta idea hace que pueda parecer un «juego» que a un niño se le margine en el centro escolar, cuando la realidad es que hacer el vacío, dar de lado y no dejar que un chic@ se integre dentro del grupo es una forma de acoso, a veces más velada, más sibilina, más difícil de detectar, pero con las mismas consecuencias psicológicas de indefensión en la víctima que podrían tener los insultos o los golpes.

Es un problema que no podemos/sabemos parar, nos supera. Familias y profesionales de la educación no podemos restar importancia a nuestra capacidad de acción y de influencia. Ya contamos con suficiente evidencia científica para poder afirmar que podemos hacer frente al acoso. Si bien es cierto que necesitamos una mayor formación encaminada a crear un clima de mejora de la convivencia, son múltiples las experiencias y proyectos de éxito que ponen el foco en el protagonismo del alumnado, el papel de los iguales, el rol docente como un dinamizador esencial para generar una buena convivencia, el papel de las familias a la hora de poner normas y límites, así como generar un clima de confianza… por otro lado, resulta necesario conocer los protocolos de actuación para frenar situaciones de acoso, así como las acciones restaurativas posteriores.

Romper con estos mitos e ideas falsas es necesario para poder llevar a cabo una labor de prevención, así como reflexionar sobre el problema del acoso desde una perspectiva crítica y científica.


Adrian Aguayo Llanos

Trabajador Social. Máster en Educación y Comunicación en la Red. Responsable de comunicación y formador en la Fundación Gestión y Participación Social. Formador y asesor en la Asociación Pedernal Educación y Tecnología. Miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica.

Con el apoyo de: Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea-Next Generation EU