Pantallas y familias

Según el I Estudio Sobre Bienestar Digital: Familias hiperconectadas. El nuevo panorama de aprendices y nativos digitales una familia tiene de media 3 dispositivos móviles en casa. Vivimos en un mundo con fuerte presencia tecnológica en nuestra vida y es normal que la infancia desde la edad más temprana tenga cierto acceso a ella. Pero, al mismo tiempo, las familias debemos intentar que nuestras hijas e hijos no tengan una vida digital prematura por encima de sus capacidades.

En este sentido, parece haber un consenso científico y profesional: no debemos exponerlos a pantallas antes de los 2 años. Y eso incluye móvil, Tablet, TV… Esto es porque lo que muestra las pantallas, por un lado, no son compatibles con el desarrollo cerebral a esas edades y, por otro lado, dificultan la interacción directa con los y las hijas. Así lo aseguran expertas como la neuropediatra Montse Pons, que ha estudiado el efecto que provoca el uso de pantallas en la infancia y asegura que entre 0 y 2 años el consejo médico es que no se exponga o que lo haga lo mínimo posible (y la OMS recomiendo que de 2 a 5 años no se exceda la hora diaria de exposición a pantallas, y mejor cuanto menos tiempo).

La luz, el color y el movimiento, son tres factores importantes en la primera infancia y toman protagonismo en los dispositivos digitales estimulando el cerebro. La pantalla a edades tempranas captura la atención de una forma que favorece el aislamiento y dificulta percibir estímulos del entorno, ni siquiera aquellos significativos de los padres o madres.

Abusar del tiempo de exposición en edades tempranas podría parecer normal e inocuo en el presente, pero muchas consecuencias derivadas de un abuso de exposición se manifestarán en etapas posteriores, dificultando su corrección. Según la psicóloga María Jesús Álava Reyes, “la mayoría de las dificultades que presentan los niños en etapas posteriores suelen originarse mucho antes de cumplir los tres años” (2002). Por su parte, la psicóloga Sheri Madigan en otro estudio, también afirma que un exceso de tiempo frente a las pantallas pueden tener consecuencias negativas para el desarrollo futuro de los niños y niñas. Su estudió mostró que cuanto mayor era el tiempo pasado delante de pantallas a los dos y tres años, peor era el desempeño de estos críos a los tres y cinco años. Puede parecer difícil prevenir los problemas de abuso de las TIC, pero si no lo hacemos será aún más difícil corregirlos en un futuro.

Antes de los dos años se necesita sobre todo estar activo a nivel físico y descubrir el mundo con el gusto, el tacto, el olfato… No es sólo por evitar el efecto negativo de un abuso de pantallas, sino sobre todo para promover más fácilmente la actividad física, evitar el sedentarismo y favorecer un buen descanso. Hay que valorar el uso de las pantallas en la infancia en comparación con el coste de oportunidad de no llevar acabo otras actividades mientras están conectados.

Efectos negativos del abuso de pantallas en edades tempranas

En primer lugar, podría dificultar el desarrollo cerebral natural. La exposición prematura a pantallas puede acelerar el crecimiento no natural del cerebro entre los 0 y 2 años, así como facilitar déficit de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje, aumento de la impulsividad o falta de autocontrol. En concreto, respecto a los vídeos animados o los juegos interactivos (principales usos y contenidos cuando la infancia pasa tiempo usando los dispositivos), los cambios de secuencias son muy rápidos y su cerebro no es lo suficientemente maduro para asimilar esta rapidez secuencial y algunas personas expertas sospechan que eso puede favorecer el déficit de atención. Incluso creyendo que se trata de juegos o vídeos educativos, hay estudios que aseguran que antes de los 3 años el cerebro no está aún preparado para sacar provecho a estos recursos. En estas edades como mejor se aprende es a través de la interacción directa entre personas, por encima de la estimulación mediada por pantallas. (Anderson, D. R. y Pempeck, T. A. (2005): “Televisión and very Young children”. University os Massachusets-Amherts).

También podría facilitar alteraciones del sueño infantil. El uso de dispositivos móviles puede generar dificultades para transitar hacía el descanso y el sueño. Exponerse a la luz de las pantallas dificulta la liberación de melatonina (hormona que ayuda a favorecer el sueño) y, además, hace que el cerebro esté en estado de alerta impidiendo el descanso. Esto es así en cualquier edad pero, según un estudio de la Universidad de Londres que analiza cómo afecta a los menores de tres años, se concluye que hay una correlación entre el uso de pantallas y una reducción en el tiempo que pasan durmiendo.

Puede favorecer conductas agresivas. Por un lado, asociadas al no cumplimiento de normas y una incorrecta resolución de conflictos asociados al abuso de dispositivos y, por otro lado, por la exposición a posibles contenidos violentos y agresivos.

Puede adelantar o facilitar conductas de adicción a las TIC. Previo a las conductas adictivas se dan situaciones de uso abusivo que van generando situaciones de dependencia y falta de control. Por lo que un tiempo de exposición prematuro podría suponer un contexto de riesgo. Además, podrían facilitarse contextos de sobre-estimulación. Con la exposición excesiva a estímulos que producen una fuerte reacción sensorial, sube el umbral de sensibilidad y, cuando nos acostumbramos a recibir tantos estímulos, cada vez necesitamos recibir más cantidad y más intensidad para entretener a nuestro cerebro.

En cualquier caso, y sin necesidad de llegar a hablar de adicción, también podría facilitar contextos de pasividad y falta de interacción con otras personas. Algunas personas expertas advierten que cuando la infancia pasa mucho tiempo delante de las pantallas, se generan niñas y niños más pasivos y pierden el contacto físico directo con personas importantes como su propia familia u otros niños y niñas. Es importante que el tiempo de exposición a pantallas no sustituya ni desplace actividades básicas para la infancia y para su correcto desarrollo como el juego en familia o con otros iguales, lectura de cuentos, juegos manuales…

Por otro lado, también hay estudios que aseguran que pueden perder el interés por el lenguaje. Para que un niño o niña pequeña aprenda debe existir por nuestra parte un feedback y un amoldamiento a sus respuestas ante los estímulos que ofrecemos. Este feedback personalizado no se da a través de las pantallas, donde el lenguaje puede estar descontextualizado, no tiene en cuenta el nivel del pequeño o si lo ha entendido. Además, si se permanece pasivo sólo de forma receptiva ante las pantallas, el lenguaje acaba perdiendo interés porque pierde parte de su sentido útil en la infancia.

Además de lo anterior, también hay evidencias de qué a edades tempranas somos más vulnerables a los campos electromagnéticos y radiofrecuencias de los señales wifi, cobertura inalámbrica de los teléfonos, otros dispositivos inalámbricos…

Por último, según se recogió en Congreso de Optometría OPTOM 2018,cada vez hay más niñas y niños miopes y a edades más tempranas y el uso de teléfonos móviles en edades tempranas puede estar relacionado con la aparición y aumento de miopía.

Prevenir el abuso de pantallas en las familias

Básicamente, para tratar de sortear estos problemas, las 3 principales prácticas de riesgo que debemos evitar son:

  • No usar las pantallas como un instrumento de distracción. Usar dispositivos para comer, esperar en el médico, vestirse… impide concentrarse en lo que se hace y adquirir la disciplina y hábitos para el correcto desarrollo de estas tareas. Estos momentos son ocasiones idóneas para interactuar en familia, hablarles, tocarles, sonreírles… Y reforzar sus avances y lograr una mejor comunicación, ya que empiezan a manifestar el interés por las palabras, a imitar y aprender conductas… Y, si hay dispositivos de por medio, perdemos esa interacción y ese correcto desarrollo de la comunicación. Al mismo tiempo, estarán expuestos a otros tipos de estímulos para los que su cerebro aún no está preparado.
  • Los dispositivos electrónicos no son un chupete. Si usamos los dispositivos para calmar rabietas, dificultamos que aprenda a gestionar sus emociones y educar en el autocontrol. Hay que hacer consciente al niño/a de lo que le pasa y ayudar a su cerebro a focalizar la atención. Si lo entretenemos, desviamos la atención y no entrenamos esta parte de su desarrollo.
  • Evita abusar de los dispositivos en su presencia. Desde edades tempranas aprenden de nuestro comportamiento y lo imitan.  Si nos ven usarlo a menudo, es normal que sientan curiosidad y quieran descubrir porque capta tanto nuestra atención.

Como siempre, nuestro enfoque es crítico pero constructivo. Y no queremos que te alarmes, sino sensibilizar ante la importancia de no adelantarse al desarrollo natural de las etapas evolutivas y educativas de nuestras hijas e hijos, así como transmitir la importancia de un acompañamiento progresivo en el acceso a las TIC. Si tu hijo o hija está entre los 0 y 3 años, estás en el mejor momento para evitar problemas. Educar desde el principio es más fácil que reeducar más adelante.

Hay que reconocer que a estas edades aún no hay una demanda exagerada de acceso a pantallas. Incluso, hasta al menos los 6 años, su mero uso no sólo no brinda ninguna ventaja adicional al desarrollo de niñas y niños, sino que su uso podría competir con experiencias más enriquecedoras para el crecimiento. Si se usan dispositivos, es principalmente porque parte de nuestra disposición a facilitárselos en diferentes contextos.

¿Qué podemos hacer para un acompañamiento educativo en el uso de las TIC?

Un correcto uso de los dispositivos por nuestra parte en estas edades consiste básicamente en limitar el acceso lo más posible y ser buenos modelos y ejemplos de comportamiento para no abusar de su uso delante de nuestras hijos e hijos. De esta forma no nos verán usándolo y no sentirán la necesidad de imitarnos y de demandarlo.

Siguiendo a algunos expertos, para un buen desarrollo cognitivo en relación con el uso de las pantallas se trata de planificar acciones y actividades para una vida equilibrada: actividad física + descanso + compañía activa + vida digital adecuada para su edad (Guerrero, M. D., Barnes, J. D., Walsh, J. J., Chaput, J. P., Tremblay, M. S. y Goldfield, G. S. (2019): “24-Hour Movement Behaviors and Impulsivity”. Pediatrics).

Ya hemos comentado que, a estas edades, minimizar lo más posible la exposición a pantallas debería ser nuestra prioridad. Así que no deberemos utilizar el móvil como primera opción de distracción. Podemos llenar el bolso/mochila de “cacharos”: juguetes, cuentos, pinturas, pizarras magnéticas, plastilina, peluches, muñecos, coches puzles o rompecabezas… Los juguetes y objetos que más llaman la atención en este periodo suelen ser: pelotas, objetos de distintos colores, cosas que hagan ruido, cubitos que puedan llenarse de arena, bolos, juguetes de encajar, objetos de diferentes tamaños y materiales…

También debemos fomentar y planificar actividades físicas. Según el consejo de algunos expertos, entre 1 y 2 años, la actividad física debería ocupar al menos 3 horas al día y adoptar distintas formas evitando toda exposición a las pantallas. Entre 3 y 4 años se siguen aconsejando al menos 180 minutos de actividad física variada, en los que al menos 60 minutos de debe consistir en ejercicio de cierta intensidad, mientras que el tiempo consagrado a las pantallas no debe ir más allá de una hora.

Planifica también actividades en familia: jugar, leer cuentos o contar historias, pintar, salir a dar una vuelta o al parque, visitar a la familia, hacer una excursión, que nos acompañen a la compra…

Y, por último, si vas a facilitar momentos puntuales de pantallas a estas edades, siempre debe ser bajo tu supervisión y generando momentos de interacción por tu parte durante el tiempo de exposición.


Adrian Aguayo Llanos

Trabajador Social. Máster en Educación y Comunicación en la Red. Responsable de comunicación y formador en la Fundación Gestión y Participación Social. Formador y asesor en la Asociación Pedernal Educación y Tecnología. Miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica.