Normas y límites para un correcto uso de las pantallas

A menudo en nuestras sesiones con familias advertimos de la importancia de establecer normas y límites en el uso de las pantallas por encima de nuestro conocimiento técnico sobre las TIC. A veces vivimos el establecimiento de normas y, sobre todo las dificultades para su cumplimiento, como un conflicto que queremos evitar. Sobre todo si hay problemas de comportamiento.

Sin embargo, el establecimiento de unos límites es necesario para la seguridad emocional de nuestr@s hij@s y su correcto desarrollo psicológico y su madurez. Precisamente, cuando hay falta de normas, nuestr@s hij@s pueden desconcertarse y percibirnos como adultos inseguros y, por eso, nos prueban hasta el límite. Por eso, puede resultar de utilidad compartir algunos tips y aspectos a tener en cuenta de cara a establecer éstas normas y límites para regular el uso de las pantallas:

  • Debemos establecer las normas de forma consensuada. Esto ayuda a interiorizar la importancia de cada norma y a hacer partícipes a l@s hij@s de las mismas. Para ello, es importante planificar el momento para hablar con tranquilidad sobre estas normas de forma justificada y a través de un diálogo. Pero dejando claro que los dispositivos no son juguetes y por eso la necesidad de normativizar y la supervisión familiar.
  • En este diálogo, es también recomendable negociar y pactar también las consecuencias del posible incumplimiento. De esta forma, l@s hij@s también habrán formado parte y serán más conscientes de lo que podría implicar el incumplimiento de los acuerdos. Respecto a este punto sobre las posibles consecuencias o castigos, algunos expertos aseguran que es más eficaz el premio que el castigo (sobre todo en edades tempranas). El premio refuerza conductas que queremos que aprendan y el castigo es útil para extinguir una conducta cuando no respondan a otros recursos, pero no conseguirá implantar nuevas conductas.
  • Es importante justificar los porqués de cada norma y de las consecuencias. Algunas preguntas que podemos hacer podrían ser: ¿Por qué crees que ponemos estas normas en el uso de las pantallas? ¿Crees que estas normas están bien? ¿Está en mi mano cumplirlas? ¿Qué pasa cuando no cumpla una norma?… Las normas no se deben entender como meras imposiciones, sino como una exigencia positiva y necesaria por nuestra propia seguridad y bienestar. A este respecto, sobre la posible incomprensión de las normas por parte de la infancia y la adolescencia, por ejemplo al compararse con otras familias más permisivas, Michel Desmurget (doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia) nos dice: «..hay que explicar que quizás los padres de sus compañeros no han estudiado bien este problema, que las pantallas tienen consecuencias muy negativas para su cerebro, su inteligencia, su capacidad de concentración, sus resultados académicos, su salud, etc. Y es preciso indicarle por qué: menos tiempo de sueño, menos tiempo para actividades más enriquecedoras como leer, tocar un instrumento musical, hacer deporte, o hablar con los demás, menos tiempo para los deberes, etc.«.
  • Las cuestiones habituales a normativizar y que puedes tener en cuenta tienen que ver con:
    • El tiempo: cuántas horas al día pueden estar conectad@s (a diario y los fines de semana). Un aspecto que podría ayudar a cumplir con las horas puede ser avisar 15, 10, 5… min. antes de que se vaya a acabar el tiempo estipulado, para ir preparando y que se mentalicen.
    • Cuando y hasta cuándo: en qué momentos del día (horarios, después de deberes, después de alguna actividad…), con acompañamiento de un adulto o en solitario, hasta qué hora de la tarde/noche, momentos prohibidos como comidas…
    • Contenidos: qué tipos de contenidos o plataformas se pueden usar, bajo qué condiciones, qué tipo de juegos están permitidos, buenas prácticas para la prevención de riesgos…
    • Dispositivos: bajo qué condiciones se puede usar una tablet o pc familiar, su propio smartphone… y si éstos tienen un software de control parental (algo que también debe hablarse y ser conscientes de su existencia, puede que te interese leer nuestro post: Herramientas de control parental vs privacidad).
  • También es importante implicar a otros familiares como l@s abuel@s. Aunque haya excepciones, en lo fundamental, debe haber una coherencia normativa y un compromiso en su cumplimiento porque de lo contrario puede ir en detrimento de la efectividad de nuestro proceso educativo y acompañamiento normativo. Se notará en pautas que se normalicen y que no puedan llevarse a cabo en familia, lo que se traducirá en conflictos más difíciles de gestionar y en los que l@s abuel@s no están presentes.
  • En los posibles conflictos o incumplimiento de normas, a la hora de aplicar las consecuencias pactadas con anterioridad (y en las que ha formado parte el/la hij@) no debemos ceder ante berrinches. De lo contrario, iría en contra de nuestro proceso educativo iniciado con el acuerdo de las normas, y se podría correr el riesgo de normaliza la queja como forma de resolver conflictos. Además, esto no resuelve el problema y sólo hará que sea más difícil de trabajar cuando se vuelva a dar.
  • Afrontar la discusión desde la máxima tranquilidad posible, para no normalizar la violencia como forma de enfrentarse a los conflictos. También podemos aprovechar el conflicto para revisar las normas y hacer reflexionar con preguntas como: ¿Por qué te sienta mal cuando no puedes acceder a las pantallas? ¿Cómo puedes trabajarlo la próxima vez? Si se excede e tiempo de pantallas ¿a que otras cosas importantes estás renunciando (descansar, salir con amig@s o la familia, hacer deberes…)?
  • Relacionado con los dos puntos anteriores, a veces, tendremos que relativizar como hemos vivido el conflicto (en el que a menudo se actúa desde las emociones y no desde la razón). Debemos saber que estamos en un proceso educativo que previene riesgos y conflictos mayores más adelante. Aunque no sea un momento agradable, es el papel actual que debemos desempeñar y es bueno para la propia seguridad emocional de l@s hij@s y sus procesos de madurez. Soy consciente de que es algo difícil porque en el presente sólo vemos los conflictos, mientras los resultados los veremos a medio-largo plazo. Por eso debemos paciencia y confiar en el proceso, los conflictos que se gestionan hoy, son los que se evitan mañana con mayor crudeza.
  • Dar ejemplo con nuestra actitud. Aunque las personas adultas justifiquemos nuestro elevado tiempo de pantallas con usos legítimos muy diferentes, lo que se normaliza de cara a nuestr@ hij@ (sobre todo a edades tempranas) es el acto de estar frente a una pantalla y el tiempo invertido. Si no hay más remedio que nos vean hacer un uso intensivo, debemos justificarlo en necesidades diferentes a las suyas de trabajo, obligación… Y, además, otras cuestiones como que el cerebro de los adultos se encuentra «terminado», mientras que el de la infancia está en «proceso de construcción»:
  • En muchas ocasiones, ayuda recoger estas normas en una especie de decálogo, contrato, infografía… que permanezca en un lugar visible (la nevera, la habitación, el salón…).

El contrato familiar

Acabamos de comentar que las normas y acuerdos pueden estar recogidos en un documento a modo de contrato. En ocasiones, esto ayuda a tener presente las normas, interiorizarlas, recordarlas, revisarlas… Este puede ser un documento vivo que se adapte, se amplíe o se vaya mejorando poco a poco. Te comento algunas cuestiones que creo importantes tener en cuenta de cara a elaborar tu propio contrato familias para un correcto uso de las pantallas:

  • Debe contener las normas y acuerdos hablados en familia. En preferible comenzar con pocas normas pero claras y que se asegure su cumplimiento.
  • Puede contemplar excepciones (verano, días de fiesta, visita a l@s abuel@s…).
  • Podemos recoger actividades alternativas cuando no se pueda conectar.
  • El contrato puede formar parte de una manualidad en un cartel que elabore el/la propio hij@ o en conjunto con la familia, y se pinte, se decore… para que lo sientan suyo.
  • No es un documento estático. Es aconsejable revisarlo en conjunto periódicamente para recordar las normas, evaluar su cumplimiento, realizar cambios o introducir mejoras… Esta periodicidad puede ser mensual y podemos aprovechar momentos como la merienda, después de comer, antes o después de cenar…
  • Aunque debe ser completo y concreto, no es necesario que sea muy extenso. Podemos ir ampliando el documento a través de las futuras revisiones.
  • En los posibles conflictos, cada vez que se recurra al contrato y a las normas, debemos explicar y justificar esos acuerdos, los porqués y las consecuencias. Debemos hacerlo desde la mayor tranquilidad posible, para no normalizar las conductas violentas como formas de resolución de conflictos. Aunque nos mantengamos firmes y no cedamos, mantener una actitud serena.

Por último, te facilito algunos modelos de contrato que puedes adaptar y personalizar según tus propias necesidades, la edad de tu hij@ o su nivel de madurez:


Adrian Aguayo Llanos

Trabajador Social. Máster en Educación y Comunicación en la Red. Responsable de comunicación y formador en la Fundación Gestión y Participación Social. Formador y asesor en la Asociación Pedernal Educación y Tecnología. Miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica.

Con el apoyo de: Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea-Next Generation EU